Los recuerdos de mi infancia más conmemorativos está el encontrarme sentada al lado de mi madre en la silla que se encuentra cerca de la ventana en el transporte público. Recuerdo ver niños vestidos con ropas sucias y dañadas, los cuales se encontraban durmiendo pegaditos unos con otros protegiéndose del frío.
Al preguntarle a mi mamá la razón por la que esos niños se encontraban en esas condiciones, me respondió que «ellos no tienen hogar porque han huido de este».
Y sí, cuando uno ea niño no alcanza a medir lo afortunado que es de poder tener un padre, una madre y una hermana. Por eso, con el tiempo uno se da cuenta que hay niños que no pueden disfrutar del mismo privilegio.
No todas las familias son perfectas, mejor dicha ninguna
Las familias no son perfectas, aunque no creo que hay alguien que piense que así es, pero ciertamente muchas pueden ser felices inmersas en su imperfección.
En mi caso, mis padres se separaron cuando yo tenía a penas 11 años, y a lo largo de mi infancia y pubertad tuvimos que atravesar por situaciones que ningún niño joven merece vivir. Sin embargo, las cosas poco a poco fueron cambiando.
Como familia nos fuimos fortaleciendo, uniéndonos más. Dejamos atrás los malos momentos, las peleas, las dificultades y ahora vivimos en armonía. Obviamente, en ocasiones tenemos dificultades, pero jamás permitimos que estas se apoderen de nuestra convivencia.
Existen muchos tipos de familia, pero todas tenemos problemas, las cuales afrontan los problemas para poder salir adelante, ofreciéndole a sus miembros amor, consejo, apoyo, ayuda y todo lo que garantice que van a estar ahí para cuando lo necesiten.
Esto es para valiente
Debemos tener claro que la lucha no es para las persona débiles o cobardes, y mantener una familia unida necesita mucha fortaleza.
Aunque ninguna persona se fortalece si no afronta las dificultades de la vida, igual pasa con las familias. Cada momento es difícil, pero esto hace que se muestre de qué está hecho cada miembro de la familia.
Pero es que no solo fortalece al grupo familiar, ya que cada miembro de la familia descubre que tanta fuerza, amor y deseos de apoyar a sus miembros de la familia viene dentro de sí.
Y es que amar a alguien pese a todos sus errores, sus fallas en ocasiones es difícil.
En fin, con la familia somos todo y sin ellos somos nada. Dependemos de ellos para poder aprender lo más básico y grandioso, y cuando miembros van muriendo, lo que queda son sus recuerdos, enseñanzas y amor, este es su gran legado.