El niño callado y obediente no siempre es un niño feliz

Que tu niño sea callado y obediente no necesariamente tiene que ser feliz


Durante la crianza existen tres factores fundamentales: el amor, el respeto y las reglas. En conjunto, estos tres aspectos aplicados de forma equitativa contribuyen de forma positiva con la formación y el carácter de los pequeños de la casa.
Sin embargo, una aplicación desmedida de alguno de estos factores pueden marcar la diferencia entre un niño mimado y caprichoso o un niño tímido y excesivamente obediente.

La obediencia no es un defecto, este es un tema constantemente sobrevalorado y malentendido, ya que los padres consideran que una obediencia ciega por parte de los niños, se traduce en el éxito. Aunque es todo contrario.
No se trata de respeto sino de inculcar temor en el menor, llegando incluso a suprimir su voluntad y personalidad, dando como resultado un niño extremadamente dócil, callado y probablemente infeliz. Esto se debe a que al inculcar una obediencia ciega y no una inteligente, el menor asume como una prioridad
El complacer a las personas de su entorno (especialmente a sus padres) suprimiendo sus propias necesidades, criterios y voluntad. Llegar hasta el punto en que deja de percibirse como alguien valioso, convirtiéndose en el blanco ideal para el acoso y molestia por parte de otras personas.

Si es un niño obediente no significa que sea feliz



Existen niños exploradores, los cuales preguntan sobre todo los nuevos hallazgos que realizan, extremadamente activos y curiosos; por otra parte, hay niños tranquilos y reservados, con intereses bien establecidos, y aunque son introvertidos, son pequeños felices. Sin embargo, un niño callado y extremadamente obediente, tiende a recluirse, sin preguntas, sin curiosidad, obviamente perjudicando su desarrollo, crecimiento y felicidad.

Si estebleces reglas es importante para el desarrollo de los niños, dentro y fuera del hogar, es importante que dichas normativas no tengan un carácter autoritario o amenazante. Al contrario, este debería ser empática, con el objetivo de establecer un sentido del respeto en el menor, sin subyugar su personalidad.
Explicar las reglas, los castigos y los motivos de cada menor puede para que comprenda las normas de forma  adecuada a su nivel lógico. De esta forma fomentaremos la obediencia inteligente a las reglas, al tiempo que se le permite al niño desarrollar su propio criterio. Al abrir las preguntas, cuestionamientos y negociaciones.
Es necesario aprender a que la amenaza y el temor. No deben formar parte del método de crianza (aun si esta es la forma en la que se nos crió a nosotros).
Debemos dedicar tiempo, esfuerzo y paciencia en la relación con los más pequeños. Establecer un vínculo de confianza (no de violencia o intimidación). De esta forma, el niño podrá sentirse valorado y escuchado. Valorando así las enseñanzas e instrucciones otorgadas, al tiempo que desarrolla su curiosidad, audacia y respeto.

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