Ama de casa, un trabajo invisible pero motivo de orgullo.

¿Sabías que dentro de las estadísticas de población, las amas de casa se categorizan como “Población Inactiva”? ¡Inactiva! Parece increíble y casi, casi… un insulto. Claramente esta clasificación está hecha por hombres que nunca realizaron tareas domésticas o que no valoran el trabajo que las mujeres realizan en casa.

Los motivos por los cuales las mujeres se dedican a ser amas de casa son variados y no siempre es una elección. En ocasiones las mujeres integraron el mercado laboral, pero por diversas razones su trabajo terminó, o bien se vieron obligadas a permanecer en casa por cuestiones familiares. Pero también hay quienes eligieron por propia voluntad dedicarse a la familia y a la casa y bien sabemos que se trata de un trabajo arduo, pesado, a menudo solitario y sin remuneración económica.


De hecho, el trabajo que realizan las mujeres en sus casas, equivale a 8 salarios de sus maridos. ¿Te parece exagerado? Te aseguramos que no lo es.



Para empezar, las amas de casa no tienen horario. La gran mayoría se levanta antes que el resto de la familia y se acuesta última. Sirve el desayuno, prepara a los niños para ir a la escuela, hace las compras, prepara el almuerzo, lava, plancha, limpia, hace trámites, recibe a los niños de vuelta de la escuela, supervisa las tareas, prepara la merienda, luego la cena y organiza todo para el día siguiente.


Pero además, las amas de casa muchas veces también deben ocuparse de un familiar enfermo o de cuidar a una abuela o una tía ancianas, de las mascotas, de llevar a los niños al pediatra, al dentista, al oculista, a practicar un deporte, a la casa de un amigo… ¿Y cuándo queda tiempo para nosotras? No lo tenemos bien claro, porque sacando el rato en que nos sentamos para cada comida, no hemos tenido mucho tiempo para ocuparnos de nosotras, ni sabemos cuándo termina el día.

Un trabajo invisible.




El trabajo de las amas de casa, parece ser un “trabajo invisible” que no goza de salario, ni de fines de semana, ni de vacaciones. No hay pago por días de enfermedad, ni derecho a enfermarse. No hay aportes jubilatorios, ni seguridad social. Tampoco hay mucho reconocimiento, ni valoración, ni aprecio por las horas que les dedicamos al trabajo en el hogar.


Cuando esto sucede, es porque los integrantes de la familia asumen que las amas de casa tienen la “obligación” de realizar estas tareas y dan como un hecho que siempre van a estar hechas, “porque están todo el día en casa”. Está claro que cada uno asume y cumple un rol dentro de una familia, pero el trabajo del ama de casa está mal repartido.


Nadie se pregunta cuánto tiempo y esfuerzo llevó preparar esa comida tan rica que se sirve en la mesa, o esa ropa limpia, perfumada y planchada que está prolijamente guardada en los placares. ¿Y ese jardín tan pulcro y con hermosas plantas y flores? Y sí… también es gracias al ama de casa.



Compartiendo responsabilidades.


Hablar con los integrantes de la familia, es el primer paso para establecer algunas reglas que hagan que el trabajo en casa sea menos pesado. Cada uno puede guardar su ropa al llegar, colocar los zapatos en su lugar, guardar juguetes, ordenar mochilas y libros, poner la ropa sucia en el lugar para lavar, lavar su propia taza o vaso después de haber tomado un café, hacer su propia cama, etc.

Las amas de casa deben establecer reglas un poco más estrictas para los fines de semana, momento en que todos están en casa y pueden colaborar un poco más; ocupándose del jardín, de las mascotas o de lavar el auto.


Y ahora que lo hemos visto más claro… ¿No te parece justo que el salario de un ama de casa sea el equivalente a 8 salarios de su esposo? Cuéntanos tu experiencia y comparte.

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