Valore los pequeños momentos, pues un día serán grandes recuerdos.

Nuestra vida de todos los días se ha convertido en lo que parece ser una carrera interminable con un destino que todavía a ciencia cierta no se sabe cuál es. ¿A dónde vamos tan rápido? ¿Ya te lo preguntaste?


Todo eso que decimos valorar, pasa rápido. Es fugaz.
Es el momento de detenernos y mirar un poco a nuestro alrededor. Nuestros niños crecen rápido, nuestros adolescentes se convierten en adultos, nuestros mayores se hacen más y más mayores…

Atesorar recuerdos materiales, es lindo; pero mejor es recordar anécdotas, cuentos, vivencias, dichos y palabras… Todas esas cosas que no se pueden guardar en un cajón sino que quedan impregnadas en nuestra memoria, y junto con ellas las personas más importantes que pasaron por nuestra vida.

Ana recuerda a su abuela: “Después de que mi abuelo murió, mi abuela había caído en un pozo depresivo del que nada ni nadie podía sacarla. Yo tendría sólo cinco o seis años, pero recuerdo a mi mamá yendo a visitarla y pedirle que viniera a pasar unos días con nosotros, pero ella se negaba siempre. Sólo quería estar sola.

Pero un día, algo cambió. Yo iba todavía el jardín de infantes y para la fiesta de la primavera, íbamos a hacer un acto en donde yo tenía que ser una margarita. ¿Quién me iba a hacer el disfraz de margarita? Mi mamá no era muy hábil con el hilo y la aguja… Y entonces pensó en mi abuela.

Fuimos juntas a pedirle que me ayudara con mi disfraz de flor y si bien al principio estuvo un poco renuente, en cuanto insistí en que yo quería que ella me hiciera el disfraz, se ilusionó mucho y puso manos a la obra.


Jamás voy a olvidar la alegría que teníamos todos por verla allí, en el lugar reservado para las familias, disfrutando de una fiesta y orgullosa de que yo llevara el disfraz hecho por ella, con sus propias manos.”


Lo que comenta Ana es maravilloso. Un pequeño detalle, un hecho que parece insignificante; de pronto lo cambia todo. ¿Cómo olvidar algo tan simple pero a la vez tan profundo?

A veces en el vértigo de la vida, del día a día, nos perdemos infinidad de estos sucesos que resultan maravillosos. Nuestros hijos siempre recordarán hechos de la infancia y esto puedes probarlo pensando en ti misma y en tus propios recuerdos de infancia. ¿Verdad que tienes montones de vivencias grabadas en la memoria?

Finalmente esos pequeños momentos, se convierten en grandes recuerdos.
Vacaciones, reuniones en familia, visitas a la casa de los abuelos, cumpleaños, fiestas de fin de año… 


De todas estas ocasiones, guardamos el recuerdo de las historias que contaba el abuelo, o de las bromas que hacía un tío, o de las comidas ricas y preparaba la abuela.

Tal vez nos hayamos olvidado de algo que sucedió la semana pasada, o incluso ayer; pero estos recuerdos de la niñez o de momentos simples, están grabados en nuestra memoria como fotos inalterables que sabemos que nunca podremos olvidar. ¿Por qué será? Simplemente porque las situaciones en las que se involucran los sentimientos, son difíciles de olvidar.

Es cierto que los hechos traumáticos también quedan grabados en la memoria, porque allí también se han involucrado las emociones; pero cuando hemos vivido un momento feliz, a veces sin darnos cuenta, automáticamente esos recuerdos quedan sellados de manera tal, que un aroma, una canción, una imagen; nos llevan de vuelta a ese lugar en el que fuimos felices con las personas que más amamos.

Conserva los buenos recuerdos. No es cierto que “lo que pasó, pasó”. Algunas cosas pasadas pueden ser el motor que nos impulse a seguir adelante, tomando de ejemplo a otros que nos precedieron y que hicieron todo lo que pudieron por vernos felices.

¿Qué piensas sobre recuerdos de infancia? Cuéntanos tu recuerdo más especial y comparte.

ARTÍCULOS QUE TE RECOMENDAMOS

OTROS ARTÍCULOS RECOMENDADOS