En la vida estamos rodeados de una gran diversidad de personas, algunas más cercanas que otras, pero todas con energías particulares hacia nosotros. Si bien es cierto que muchas personas nos desean lo mejor, otras por diferentes motivos, pueden resultar contraproducentes si de influencias se tratan.
Las principales causas por las cuales no debemos comentar todo lo que deseamos a quienes nos rodean serán:
Podemos generar envidia en los demás, lo cual no es para nada recomendable, porque la envidia puede ser inofensiva, pero también puede desatar en otros la necesidad de sabotear nuestros planes de cualquier manera que les resulte posible, inclusive a través de pensamientos negativos, que pueden llegar a afectarnos.
Por preocupar a quienes nos aprecian, la preocupación no es para nada deseada, atraemos cosas negativas cuando nos preocupamos y cuando los demás lo hacen por nosotros, pueden contagiarnos de ver escenarios negros donde previamente solo veíamos colores brillantes. Evidentemente todo lleva consigo un riesgo, pero debemos esperar siempre lo mejor y actuar desde la fe y la esperanza y no desde el miedo y la preocupación.
Por sentirnos presionados por no lograr hacer lo que llegamos a comentar, si bien hacer del conocimiento de proyectos, metas, planes a otros puede resultar un reto y un estímulo, también puede resultar en factor estresante y hasta paralizante. No debemos complacer, ni sorprender a nadie, si queremos sentirnos comprometidos con alguien y trabajar por no desilusionarlo, es con nosotros mismos.
Podemos recibir comentarios que nos bajen los ánimos y nos roben la ilusión, muchas veces quienes nos rodean son especialistas en hacernos dudar, en fomentar la falta de confianza y seguridad en nuestras capacidades, haciéndonos muchas veces desistir de lo que queremos lograr por sentirnos sin condiciones para alcanzarlo.
Evitamos el riesgo de decepcionarnos, algunas veces estamos esperando una reacción de alguien cuando le contamos algo que para nosotros resulta importante y resulta que obtenemos algo totalmente diferente y cuando la expectativa se cae podemos sentirnos decepcionados de esa persona.
Recordemos que los pensamientos toman vida, las energías viajan, las oraciones son poderosas, así que cuidemos lo que decimos y a quien lo hacemos. Muchas veces de las personas que menos esperamos son de quienes recibimos los mensajes y las acciones que peores efectos generan en nosotros. Aprendamos a guardarnos las cosas, especialmente aquellas importantes, por lo menos hasta el punto en donde no haya posibilidad de un retorno. Si sabemos escuchar a nuestro corazón, no será necesaria la opinión ni aprobación de nadie más.
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